El cráneo del Papa Luna
Aunque no hay certezas de la fecha exacta de la llegada de la reliquia del cráneo del Papa Luna a Sabiñán, sí que se tiene constancia de su presencia en el Palacio de Argillo desde hace al menos tres siglos.
Una reliquia ligada a Sabiñán desde hace siglos
Los datos históricos
Se desconoce cuándo llegó el cráneo del Papa Luna al palacio de los condes de Argillo de Sabiñán. Algunos investigadores señalan que durante la Guerra de Sucesión (1701-1713), los soldados franceses que apoyaban al futuro Felipe V, llegaron hasta Illueca, asaltaron el castillo y destrozaron su interior, golpeando la momia de Benedicto XIII para despojarle del pontifical. Manuel Luna, Vicente de la Fuente y José Rico de Estasen fechaban este suceso en 1811; Guitart Aparicio en 1813.
En el tomo publicado en 1844 dedicado a Aragón, de Recuerdos y Bellezas de España, debido a José María Quadrado, se hacía responsables a los soldados de Napoleón de la profanación del cuerpo de Benedicto XIII, cuyo cráneo se había trasladado a Sabiñán. No se cita en los inventarios del palacio de 1810 y 1831. En el inventario de 1854 el cráneo aparece en una urna depositada en el oratorio. En los inventarios de 1890 y 1894, la urna descansaba en una mesa de mármol en el Salón contiguo al oratorio del palacio.
El 5 de febrero de 1885, La Unión publicaba que el historiador dominico P. Fages iba a visitar en breve Sabiñán, para ver la cabeza del Papa Luna. El Diario de Avisos de Zaragoza informaba el 18 de agosto de 1897, que el arquitecto Robert R. Anderson, empleado de la Universidad escocesa de San Andrés, había pasado unos días en Sabiñán y Peñíscola, donde había recogido datos acerca de la personalidad del Papa Luna.
En el número del 16 de junio de 1899 de la revista semanal Alrededor del Mundo, apareció un artículo firmado por Wanderer, titulado «La cabeza del antipapa Luna», en que se publicaba, posiblemente, la primera fotografía del cráneo de Benedicto XIII.
En 1912 y desde las páginas de la Revista de Castellón, Luis del Arco agradecía a Luis Bordiu la consecución de los fotograbados del cráneo del Papa Luna, que ilustraban su artículo.
Aprovechando en 1921 la inauguración del monumento a Mariano de Cavia en Zaragoza, promovido por Heraldo de Aragón, Blasco Ibáñez visitó Sabiñán, con objeto de recoger datos para su novela sobre el Papa Luna, publicada en 1925, donde escribía: «Yo la he tenido en mis manos: sorprende por su pequeñez cuando se piensa en la enormísima voluntad que se cobijó dentro de ella».
En 1923, en vísperas de conmemorarse el 5º centenario del fallecimiento de Benedicto XIII, Florencio Jardiel, deán del Cabildo, y Ricardo Royo Villanova, senador y rector de la Universidad de Zaragoza, pedían por carta a la familia Bordiu-Prat el cráneo del Papa Luna, para rendirle un homenaje en La Seo de Zaragoza. La condesa viuda de Argillo contestó que la herencia de Luis Bordiu, fallecido en Sabiñán en 1921, estaba aún sin dividir y ningún heredero podía disponer de ella. El palacio de Sabiñán fue a recaer en manos de la familia Olazábal-Bordiu.
El 11 de enero de 1935, José Rico de Estasen publicó un artículo en Ahora, titulado. «En el pueblo de Sabiñán (Zaragoza) se conserva la calavera del Papa Luna». Durante la Guerra Civil, el cráneo del Papa Luna fue escondido en una casa cercana al palacio.
El hispanista Robert Gillon visitó y fotografió en 1950 el cráneo del Papa Luna, para ilustrar su capítulo «Saviñán et le tío Pedro», publicado en el tomo IV de sus Silhouettes espagnoles, Bruselas, 1954.
El Noticiero recogía el 9 de junio de 1960 el homenaje celebrado en Zaragoza a la memoria del Papa Luna. El día anterior las autoridades se habían trasladado a Sabiñán, donde habían recorrido las estancias del palacio y contemplado el cráneo del Papa Luna.
El cráneo de Benedicto XIII tomó parte de la Muestra de documentación histórica aragonesa, en conmemoración del sexto centenario de su elección papal, celebrada en el edificio Pignatelli de Zaragoza en 1994.
La propiedad de tan insigne reliquia pasó al Ayuntamiento de Sabiñán el 30 de abril de 2019, merced a la donación de Luis Olazábal y Castro, en representación del resto de los propietarios del cráneo del Papa Luna, confirmando los deseos de su padre y tíos, los hermanos Olazábal-Bordiu, y en virtud de una promesa hecha anteriormente al Ayuntamiento de esta villa.
El municipio había adquirido a los descendientes de los hermanos Olazábal-Bordiu el palacio de los Condes de Argillo en 2013. Este edificio renacentista se desarrolló a partir de una torre medieval que los Muñoz de Pamplona levantaron tras la conquista cristiana de Calatayud, en 1120.