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El personaje histórico

El Papa Luna fue uno de los personajes más relevantes de la historia de Aragón.

El Papa Luna

 Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor, perteneciente a uno de los más importantes linajes nobles de la historia de Aragón, nació en el castillo palacio de Illueca el 25 de noviembre de 1328.

Fue el segundo hijo de Juan Martínez de Luna y de María Pérez de Gotor, en cuyo matrimonio se conjugaron los señoríos de Morata, Gotor e Illueca. 

 

Para conocer mejor la figura del Papa Luna puedes acceder al enlace superior que te llevará a la web dedicada a los personajes ilustres de Aragón, realizada por el Gobierno de Aragón con motivo del 40 aniversario del Estatuto de Autonomía.

El Cisma de Occidente

Estudió Derecho Canónico en la Universidad de Montpellier (Francia) donde obtuvo el grado de doctor en Decretos. Ocupó diferentes cargos en la Corona de Aragón, demostrando su valía como jurista y su rectitud de costumbres, lo que, unido a su linaje, le granjeó la confianza del papa Gregorio XI, que lo nombró cardenal diácono en 1375.

En 1378 se desencadenó el conocido Cisma de Occidente, al elegirse dos papas: Urbano VI en Roma y Clemente VII en Anagni. Pedro Martínez de Luna tomó partido por este último y fue enviado como legado pontificio ante los reyes de Aragón, Castilla, Navarra y Portugal para lograr la obediencia al papa Clemente por los reinos hispánicos. 

A la muerte de Clemente VII en 1394, Pedro Martínez de Luna fue nombrado papa bajo el nombre de Benedicto XIII. El cisma se mantuvo abierto, pues en Roma se había elegido como sucesor de Urbano VI a Bonifacio IX. El Papa Luna fue progresivamente perdiendo apoyos de los monarcas y cardenales que le habían sido fieles hasta 1417, fecha en la que se eligió un nuevo pontífice: Martín V, deponiendo a los papas existentes hasta la fecha. Benedicto XIII permaneció fiel a sus convicciones y nunca renunció a su papado, lo que le supuso el abandono de sus últimos colaboradores, su excomunión y su declaración como hereje. 

Pedro Martínez de Luna tuvo un destacado papel histórico, inspirando la elección de Fernando de Antequera como rey de Aragón en el Compromiso de Caspe (1412). Además, ejerció de mecenas de importantes obras artísticas y arquitectónicas del Aragón de su tiempo.

Benedicto XIII murió en el castillo de Peñíscola en 1423 a la edad de 95 años. Poco después, según relata en su crónica Martín de Alpartir, comenzó a extenderse sobre su figura un aura milagrosa que propició el traslado de sus restos a tierras aragonesas.

Su huella

La huella de Benedicto XIII permanece en muchos lugares de Aragón. Así, podemos contemplar numerosos edificios relacionados con este mecenas, como su propio castillo palacio natal en Illueca en el que campea su escudo familiar por doquier; el claustro de la iglesia colegiata de Santa María de Calatayud, que aún luce su inicial en la clave de sus bóvedas; o la iglesia mudéjar de Tobed, que conserva la enseña papal en una de sus claves. 

También aparece retratado en algunas obras, como la tabla titulada “Benedicto XIII entre dos cardenales de la obediencia de Avignon, a modo de San Pedro”, del siglo XV, procedente de la iglesia de Paniza y hoy expuesta en el Alma Mater Museum de Zaragoza.